El Festival Tara revela un cartel que transforma Las Palmas de Gran Canaria en un escenario de las artes vivas

La cuarta edición del evento contracultural incluye 10 piezas escénicas itinerantes por espacios exteriores de la ciudad

Presentación del Festival Tara, en El Museo Canario

Presentación del Festival Tara, en El Museo Canario / Mónica Padilla

La Provincia

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El núcleo de las artes vivas en Las Palmas de Gran Canaria sobre el que se erige el Festival Tara está hecho para romper con lo establecido. También para empujar a favor de la contracultura isleña, empleando su programación como remo. La cuarta edición presenta diez montajes escénicos en los que subyace la palabra "deriva" como verbo motor del cartel. Un dejarse llevar por nuevas formas de comunicación que hablan idiomas diferentes en el marco de la cuarta edición del festival, que arranca hoy y bajará el telón el día 19 de mayo.

En todo caso, lo que busca esta propuesta es "romper los espacios públicos" y liberar de los grilletes a un abanico de proyectos que el espectador no lograría presenciar en lugares convencionales. En esa línea que roza lo anárquico "irrumpir en la escena" con "producciones de riesgo", el encuentro contracultural iniciará mañana, día 3 de mayo, con un taller del actor Alberto Velasco sobre creación escénica, titulado ¿No ves que estoy ardiendo?

Una escena de la pasada edición del Festival Tara, en el Museo Canario.

Una escena de la pasada edición del Festival Tara, en el Museo Canario. / Juan Carlos Castro

Ampliar la producción

La continuidad del festival logra atraer a una amplia horquilla de público, desde los 'veintipocos' hasta los 50 años. Una comunidad fiel a las que brindan propuestas accesibles. Este año reúnen a 21 artistas dentro de un cartel del que brotan piezas itinerantes como Ruina digital de Manuel Senén, en el que los asistentes son actores implicados en la actuación y suben a una guagua. El contenido performativo aún está por desvelarse, pero que la directora artística del proyecto, Patricia Jorge, define como un viaje con destino "a los vestigios de una civilización futura". Por otro lado, BZD (benzodiacepinas) hasta los huesos de Amelia Repetto, vagará por la ciudad con una caja de medicamentos a cuestas. Una performance sobre cómo el sistema neutraliza y medicaliza el trauma.

Para esta nueva entrega, que cuenta con un presupuesto de 10.000 euros, el festival retorna a la sala del Teatro Guiniguada, con la obra del artista tinerfeño Roberto García de Mesa Poco (o alguien dirá que nos equivocamos). Esta supone la única obra desarrollada en un espacio interior concreto. Un poema escénico acerca de cuatro dualidades que afectan profundamente al ser humano de nuestro tiempo: el cuerpo-no cuerpo, la soledad-no soledad, la opresión-no opresión y el tiempo-no tiempo.

Velasco, actor, bailarín, productor y director, repite su nombre en la programación Con una instalación Sweet Dreams , primera pieza escénica de esta edición, montará un espectáculo sobre, a pesar de las circunstancias de la vida, el ímpetu por vivirla.

En la línea de la memoria histórica y social nos encontramos con la pieza Estación Recuerdo de Producciones Kepler, un espacio íntimo de reflexión sobre la memoria familiar de cada participante y un homenaje a las historias que se quedaron sin contar. También se podrá reflexionar sobre el lenguaje con la performance de Fran Vélez, Pez Mantequilla, una deriva por el espacio de las palabras, la cual tendrá lugar en la Biblioteca Pública Municipal Josefina de la Torre.

Asimismo, el festival continúa un año más produciendo piezas propias, como Futboqueer, una propuesta que ocupa un espacio de juego tradicionalmente masculino, donde desde la desmasculinización del juego se realiza una revisión y apropiación de lo que, tras muchos años de costumbres sociales, ha tomado un carácter cishetero normativo que no representa la pluralidad del siglo XXI.